Ahora mismo me podría poner en un círculo como esos de Alcohólicos Anónimos y decir:
“Hola, soy Reme, y yo un día pensé en suicidarme”.
Sabéis que de normal mi blog va dirigido a temas de liderazgo, trabajo en equipo, comunicación, es decir esas Soft Skills tan imprescindibles que se necesitan en el mundo empresarial, pero creo que hoy me apetece hablar de esos temas que también me preocupan desde el punto de vista psicológico y sobretodo desde el punto de vista del ser humano. Es más, ¿quién nos dice que este término prohibido de “suicidio” no afecta de mil formas en el mundo empresarial?
Yo creo que ya toca hablar, que toca romper el mito de que “si se habla, habrá personas que repetirán una conducta suicida”, y que toca hacer sentir a las personas que alguna vez lo hemos pensado, a las personas que lo han intentado y a los familiares de aquellos que lo consiguieron que el suicidio NO ES ESTAR LOCO. El suicidio SOLO (y digo “solo” en mayúsculas porque es un solo que pesa, un solo doloroso), el suicidio es SOLO un dolor tan doloroso, que no sabes qué hacer con él.
Estoy cansada de ver como esa etiqueta de “suicidio” no es publicada, pero sí es opinada por todo el mundo. Se opina a distintos niveles. Vamos a ver alguno de ellos y ojalá os haga reflexionar a las personas que semana a semana me seguís…
1. Mito: “La persona que decide suicidarse es una egoísta, no piensa en los que se quedan”
Esto no es así. Por favor, no opinemos fácilmente sobre la persona que toma esa decisión extrema. Mirad, tengo que revelaros que en algún momento de mi vida (o igual en más de uno) sentí que era la única salida. Puedo describiros que es una situación en la que duele tanto el alma, tanto, tanto, que tienes la sensación de que ese dolor no pasará nunca. Es un dolor indescriptible. Un dolor que sientes cada mañana cuando te levantas, un dolor que arrastras durante todo el día y un dolor que te despierta a mitad de la noche. Es un dolor que cuando estás en medio del mismo sientes que no tendrá nunca un fin y sientes por un instante que igual es mucho más fácil morir que no vivir con el alma hecha pedacitos. Ésto nos puede ocurrir al más fuerte y al más valiente porque nos toca vivir situaciones para los que no estábamos entrenados. Por lo que no es egoísmo, sino solo un “no puedo más”.
Me encantaría decirte que si alguna vez has pasado o pasas por esta situación, tranquilo, no pasa nada, puedes pensar en el suicidio pero lo mejor es dejarlo de lado, porque te aseguro que el dolor pasará, no es para siempre, te lo prometo. Llámame, escríbeme un mail, te daré la recomendación de alguna persona que me ha salvado en esos instantes, pero confía en mí… En el futuro volverás a reír aunque te cueste pensarlo de momento, te lo vuelvo a prometer. Mira, el cuerpo humano está entrenado para tocar un fondo y debajo de ese fondo no hay nada más. Pasarán los días, las semanas o los meses, pero te aseguro que en un momento determinado como no hay más fondo, empezarás a moverte hacia arriba y saldrás poco a poco de ese agujero, confía en mí.
2. Mito: “Seguro que podría haber hecho algo…”
Esta es la frase más dolorosa que se puede escuchar por parte de los familiares y amigos de una persona que ha cometido suicidio. Yo también la he vivido, por desgracia. Hace unos años se fue de mi vida un jovencito al que quería mucho, un jovencito que cuando era niño había cuidado al salir del instituto y mi primer sentir (además del dolor de la pérdida), fue pensar qué podría haber hecho yo cuando era un pequeñín.
Es frustrante, durísimo pensar que has pasado tiempo con él y que a lo mejor podrías haberle enseñado algo que le llevara a no pasar por esa experiencia. Pero no es así. No familia, no mamá, no papá, no hermana o hermano, de verdad, no habéis hecho nada ni nadie para que esto ocurra. Todos somos una mezcla de lo que vivimos, de lo que leemos, de las pelis que vemos, de los profesores con los que nos hemos cruzado, de los amigos, de la sociedad, de la cultura, incluso todos somos algo de aquellos hombres y mujeres que vivieron en la Prehistoria, por lo que no, tú no has hecho nada que haya llevado a la persona a tomar esa decisión.
No, no y no, no es tu única responsabilidad. Es una responsabilidad social, es una responsabilidad política, es una responsabilidad de toda una humanidad que tiene que desarrollar valores que nos permitan apoyar a las personas en momentos duros, valores que nos lleven a no hacer Bullyings y mobbings, valores que nos lleven a dar segundas oportunidades, valores que nos lleven a dejar de una puñetera vez el valor de Instagram y que cambiemos una hora en esa red social por dar un ratito de conversación a las personas de nuestro lado. No, no y no, vosotros familiares no tuvisteis esa culpa que tantas veces os echáis, yo os he visto quererles, cuidarles, amarles, estar a su lado, prestarles atención, pero por desgracia cada experiencia que vivió también le influyó. No, no sois los responsables de lo que pasó.
No hay nada que me haría más feliz que el hecho de hablar sobre esto os quitara a alguien las ganas de cometer un suicidio, o que alguien que habéis tenido que vivirlo os deis cuenta de que no, no fuisteis los responsables. Si tuviera la oportunidad de preguntar a muchos de los que se fueron os aseguro que dirían que “os quieren y que no fuisteis vosotros su desencadenante, fuimos toda una sociedad que necesita todavía aprender mucho sobre el dolor humano”.
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