Viviendo… Un verbo en gerundio

Viviendo un verbo en gerundio

¿Estás viviendo o simplemente estás vivo? ¿Vives o solo sabes que estas vivo porque tú corazón continua latiendo y entra aire en tus pulmones? ¿Vives o solo te dedicas a sobrevivir?

Hace unos días en una conferencia a la que asistí, el ponente nos dijo que tenía 62 años. La verdad es que era realmente increíble porque no aparentaba mucho más allá de 30 años. Mientras todos los asistentes le mirábamos extrañados e intentando hacer cuentas de su edad, él relató su propia forma de contar años: en los últimos años había hecho tanto esfuerzo por vivirlos al máximo, que cada uno de ellos lo multiplicaba por 5 y eso le daba un total de 62 años.

Es curiosa esa experiencia de sentir que en un año vives casi lo de 5, pero si la pruebas te darás cuenta de todo su sentido: cuando vives unos días disfrutando cada segundo, saboreando cada experiencia, viviendo al máximo, acabas sintiendo que el tiempo se ha dilatado y es como si hubiera pasado mucho más tiempo.

 

REFLEXIONES VITALES:

Y de eso justamente puede ser de lo que se trate la vida, de captar todo su potencial con los sentidos que tenemos. Hoy te planteo una reflexión al respecto…

A veces me da la sensación de que la vida es eso que dejamos pasar mientras miramos por el objetivo de una cámara o en su defecto, un móvil. Y esto es algo que me ha hecho reflexionar en los últimos años. Recuerdo un viaje a Sidi Bou Said, una ciudad preciosa de Túnez. El significado de Sidi Bou Said es «ciudad de color azul». Si has estado alguna vez en este precioso rincón del mundo sabrás que se trata de una ciudad mediterránea, con paredes blancas y puertas y ventanas de color azul, una ciudad encima de un acantilado, bañada por el Mar y con unas vistas espectaculares.

Pues bueno, hace unos años recorrí esta ciudad en un viaje de fin de curso y se produjo una situación que me hizo pensar mucho en nuestra forma de vivir. Había un lugar encantador, desde el que se veía perfectamente la majestuosidad del Mar. Estaba con mis amigos y empezó la típica ronda de fotos. Alguien se dedicó a hacer las fotos en los 10 móviles que allí había: una pose, otra pose, una sonrisa, una cara interesante, y así continuó el book durante 10 minutos. Se acabó, cada uno recogimos rápidamente nuestro móvil, nos buscamos en la foto a nosotros mismos (no sé si sabéis que es lo primero que hacemos), valoramos si era digna de colgar en Facebook y continuamos el recorrido.

En ese preciso instante me di cuenta de algo: llevábamos 10 minutos de espaldas al acantilado para salir bien en la foto, recogimos el móvil y continuamos el camino. Pero, ¿y el acantilado? ¿Por qué nadie nos habíamos girado después de la foto? ¿Por qué nadie nos habíamos quedado unos segundos en silencio escuchando la música de las olas? ¿Por qué nadie habíamos permanecido allí oliendo el Mar? ¿Por qué nadie nos habíamos quedado boquiabierto mirando ese espectáculo natural?

OLVIDAMOS LO MÁS IMPORTANTE:

Curioso, muy curioso, curiosísimo: dejamos que la imagen impacte en el objetivo de la cámara pero no en nuestra retina. ¿Te das cuenta? Lo único con vida real, y lo dejamos escapar. Es cierto que si te lo planteas, seguro que tienes miles de fotos de cada segundo de tu vida pero no te olvides de que la vida real es dejar que esa imagen impacte en tu fantástica retina si tienes la suerte de tenerla intacta, que recorra tu nervio óptico si te funciona bien, que tu cerebro interprete lo que hay ahí, que de repente sientas la piel de gallina y que te sientas el más rico del mundo por estar en medio de ese espectáculo natural. O que te llegue por otros sentidos, por la música que ese espectáculo puede componer, por los recuerdos que esos olores despiertan… ¿Estás dispuesto a cambiar «vida» por unas pocas fotos?

Si no nos paramos a pensar en cosas tan obvias día tras día nos encontramos en medio de «no vida». A lo mejor estás en una comida con tu cliente sin disfrutar de lo que hay en ese plato, o igual intentas conseguir la foto del equipo sin conectar con las personas que lo integran, o igual tienes a un empleado ante ti pero hay tanto ruido en tu cabeza que prácticamente no sabes ni qué te ha dicho en esos minutos que estaba ante ti. Son muchas las experiencias que vas viviendo día a día en tu entorno laboral y personal, y al no atenderlas puedes perder toda la experiencia real que ahí guardan, todo lo que puedes descubrir, investigar, todo aquello que hace la “vida” realmente especial.

 

RETO DE LA SEMANA:

Esta semana te propongo un reto muy simple. Busca un lugar que te parezca fascinante: una playa, un bosque, un puente de madera, una montaña, un camino de piedra, un niño, un perro…cualquier cosa que la naturaleza haya hecho posible. Y en este caso vas a recordarte que no vas a fotografiarla: vas a estar allí, presente, observando sus colores, sus formas, sus características, los sonidos, el tacto si cabe… Dejando que todo ello impacte en todos los sentidos que puedas… Y cuando acabes te levantas (si tienes mono, le haces una foto, pero solo al final). Te levantas y te vas recordando que aquel impacto siempre, siempre vivirá en tu memoria. ¿De qué si no se trata la VIDA?

¡Nos vemos la próxima semana!

Reme Egea
Reme Egea
Maestra de Educación Física, Formadora en Habilidades Directivas y Gestión de Equipos, Psicóloga, Creadora del proyecto educativo "Con los pies en el aula", Conferenciante, consultora y socia de Proformación S.L.

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