El peligro de etiquetar a las personas

etiquetas

Éste es el quejica de turno, ésta es una caradura, éste es un crack, ésta es la mejor del equipo, éste es un patoso, ésta es muy vaga… ¿Y tú? ¿Cuáles son las etiquetas que te ponen?

 

ETIQUETAS Y MÁS ETIQUETAS

Nuestra vida está cargada de etiquetas de lo que es y lo que no es cada persona, cada cosa o incluso la vida misma. Las etiquetas nos permiten hablar del mundo y acotarlo para poder hacernos entender. Necesitamos etiquetar una «silla» o un «coche» porque si no, nos pasaríamos la vida definiendo. Diríamos: «me refiero a esa cosa que tiene 4 patas y un respaldo, que es de madera, sólida y que sirve para sentarse encima» o «me he comprado una cosa de estas que tiene cuatro ruedas (y una de repuesto), unas chapas para darle forma, un motor y unos cables, que se alimenta de gasolina o gasoil y que sirve para ir de un lado a otro«. Efectivamente sería muy difícil comunicarnos en un mundo en el que no gastásemos las etiquetas.

 

EL GRAN PROBLEMA DE LAS ETIQUETAS

Pero el problema de las etiquetas no es tan grave si lo que etiquetamos son objetos, el peligro está cuando lo hacemos con personas.

Te cuento una experiencia: tengo una amiga que cuando iba al Instituto se encontró con un “fantástico” psicólogo. Digo fantástico entre comillas porque ella quería estudiar, quería ir a la Universidad pero él le dijo que ella no valía para eso, que no «sería» una buena estudiante universitaria. Y le dijo: «ya que no vales para ir a la Universidad lo que tienes que hacer es estudiar una FP».

Ella le creyó, él era un adulto y ella no, él había estudiado en la universidad y ella no, él sabía mucho del mundo y mi amiga creía que ella no.

Y así fue su historia. Pero lo más sorprendente no es esto. Ella acabó el ciclo formativo y decidió ir a la Universidad: se matriculó en Empresariales, se sacó la diplomatura pero continuaba creyendo que no servía para estudiar. Después se matriculó en Actuariales, se sacó la Licenciatura pero continuaba creyendo que no servía para estudiar. Y esa es la realidad que vive hoy en día, una realidad donde una simple etiqueta de un «no buen profesional» tiene más peso que lo que le ha demostrado la realidad.

 

ETIQUETAS PERSONALES

Y es que cuando nos etiquetan, e inconscientemente nos la creemos podemos limitarnos muchas opciones en la vida. Las etiquetas nos hacen creer que las cosas no cambian, que son estáticas pero justamente si de algo se trata la vida es de la opción de cambio: lo único que no cambia en la vida, es que siempre habrá cambio o como decía hace miles de años Heráclito: “Lo único que permanece es el cambio”.

Como hemos visto las etiquetas nos dan la falsa sensación de que creemos saber qué es lo que hay ante nosotros, hacen que ya no investiguemos más, porque ¿si alguien «es tonto», o «despistado», o «vago», o «crítico» o «tímido» para qué va a esforzarse y demostrar lo contrario?

 

PREGUNTAS INTERESANTES

En ese punto, algo que puede empezar a hacernos pensar y reflexionar son las preguntas en sí mismas. Las preguntas nos permiten continuar investigando y explorando la realidad. Por ejemplo, imagina que ya le has puesto la etiqueta a una persona de tu equipo diciendo: «Es que Juan es un despistado, no se entera de nada«.

En ese caso te puede ser útil lanzarte algunas preguntas:

– ¿Seguro que esa persona nació así y siempre se quedará así?

– ¿Es completamente despistado en el 100% de situaciones?

– ¿Hay alguna vez que se haya enterado de algo? ¿De qué? ¿Cuándo?

– ¿Hay algo que podría mejorar en el contexto para que se enterase más?

– ¿Qué opina Juan al respecto?

– ¿Le has preguntado cómo podrías facilitarle el que se enterase más?

– ¿Qué métodos has probado hasta el momento para transmitirle información? ¿Oral? ¿Escrita? ¿Se lo has dibujado? ¿Cara a cara? ¿Por teléfono?

Es muy posible que en el momento en el que empieces a contestar a estas preguntas te des cuenta de que la realidad es mucho más rica y apasionante que la simple etiqueta de «despistao».

 

RETO DE LA SEMANA:

Esta semana te propongo que hagas simplemente un cambio de verbos. Olvídate por unos días del verbo «etiquetar» y te doy otros verbos para que pongas en acción. En vez de etiquetar te propongo «investigar», «cuestionar», «preguntar». «descubrir», «curiosear»…y vamos a ver qué ocurre.

 

¡Nos vemos las próxima semana!

Reme Egea
Reme Egea
Maestra de Educación Física, Formadora en Habilidades Directivas y Gestión de Equipos, Psicóloga, Creadora del proyecto educativo "Con los pies en el aula", Conferenciante, consultora y socia de Proformación S.L.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies