¿Eres feliz?

¿Eres feliz? Sí, tú, me refiero a ti que me estás leyendo en este momento, ¿eres feliz? Creo que esta es una de las preguntas más retantes y a la vez más peligrosas con las que me he encontrado a lo largo de mi vida. Es una pregunta peligrosa puesto que el único hecho de planteártela durante unos minutos abre una serie de reflexiones (o dicho de otro modo, ralladas increíbles). A partir de esa pregunta disfrazada de inocencia, se abren muchas otras cómo…¿soy feliz en mi puesto de trabajo?, ¿soy feliz en mi relación de pareja? ¿soy feliz en la vida en general?, ¿pero siempre, siempre? Y es que responder a ellas con un “sí” rotundo, no es nada fácil.

EJEMPLO REAL

Anoche estaba cenando con unas amigos y surgió una de las típicas conversaciones que podría surgir cuando se reúnen 5 seres humanos que hablan de “la felicidad”. Una de ellas planteaba: “Estoy preocupada, llevo días que sin saber por qué me levanto triste, días en los que no soy feliz, me siento desilusionada, desmotivada y todo me cuesta mucho. Me gustaría tanto ser feliz. A ver si algún día lo consigo”.

Pero ella no es la única que se ha planteado esta idea. Justo a inicios de año, en un proceso de trabajo con un equipo directivo, dos de las personas con las que trabajaba tenían que escribir sus propósitos para el año 2016. Curiosamente dos de ellos en su tarjeta habían escrito: “Ser feliz”.

Pero ellos no son los únicos, sino que hoy en día si nos vamos a la sección de psicología de una tienda de libros, veremos que la mitad de ellos apuntan en su contenido a cualquier cosa que nos acerque a “Ser Feliz”.

Pero continúan sin ser los únicos. Si nos vamos a leer a los clásicos de la antigua Grecia, a filósofos que vivieron hace mucho, mucho tiempo, también buscaban día a día a la señorita “felicidad”, la estudiaban, la perseguían y cuanto más intentaban alcanzarla, más se les escapaba.

¿Por qué empeñarnos en buscar algo que se nos escapa tan fácilmente?

EL PELIGRO DE LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD

Y es que justo en esa “Búsqueda incesante” es donde tantas veces desaparece la felicidad. Hay una bonita frase de Buddha que cada mañana veo en el espejo de mi baño que dice:

“There is no way to happiness, hapiness is the way” (“No hay camino a la felicidad, la felicidad es el camino”).

Esa frase nos da muchas pistas del peligro de buscar la felicidad: la felicidad no es una cima a la que llegar, pensamos que es un estado en el que si consigues llegar siempre te quedarás ahí y tampoco lo es, creemos que es algo que puedes tocar, oler saborear, guardar en una cajita para siempre, pero no, te aseguro que la felicidad no es todo esto. Y el simple hecho de buscarla nos hace perder lo que realmente es. Mientras la buscas, pasa por tu lado, te guiña el ojo y no te das ni cuenta…¡Pero que bobo estás! (tú y yo, sin duda).

Para mí la felicidad no es un lugar, ni un estado, ni una cosa. Yo creo que la felicidad son “instantes”, instantes mágicos, de ilusión, de sensaciones placenteras, de curiosidad, de sentires, de momentos que a veces duran segundos, otras veces minutos y en ocasiones incluso alguna que otra hora. Son instantes que construyes tú casi sin darte cuenta.

¿Y dónde está el mayor peligro? Pues que a veces al buscarla incesantemente, te pierdes los instantes felices de los que se compone tu vida, pasan por tu lado y no te das ni cuenta.

INSTANTES DE FELICIDAD

Desde que empezó a cambiar mi idea de felicidad, también empezó a cambiar mi forma de construirla. Ahora ya no busco nada, no persigo nada, solo intento crear más y más momentos felices e intento que cada vez sean más largos, que duren más y sorprendentemente te empiezas a sentir más feliz. Te doy unas cuantas pistas de instantes de felicidad y si te gustan…¡aprópiatelos!

– Desayunar una tostada de jamón serrano, tomate y queso, con un cortado delicioso de esos que se quedan cremosos por encima y donde dibujan un corazón con la crema, en un pequeño bar con encanto.

– Que en la radio te pongan mientras conduces una de tus canciones favoritas que hacía meses que no escuchabas.

– Iniciar un viaje, prepararlo, imaginar el destino, las aventuras que vivirás, sentir esas mariposas en el cuerpo por el simple hecho de pensar en el viaje.

– Que una buena mañana te llame tu jefe al despacho para decirte que estás haciendo un trabajo excelente y que te va a subir a una posición con la que tú habías soñado.

– Preparar una sorpresa a alguien mientras imaginas la cara de ilusión que pondrá cuando vea todo lo que le habéis preparado.

– Que gane tu equipo de fútbol, en el último instante cuando el corazón estaba a punto de salirse de tu pecho, cuando no podías casi ni respirar.

– Escuchar al médico decir que esa persona de tu familia a la que tanto quieres está bien, que no ha sido nada grave lo que habían detectado.

– Enamorarse, sin más explicación. Enamorarse.

¿Estás seguro que no eres “instantemente feliz”? Si creas más y más de estos momentos, es posible que el día menos pensado te levantes y digas…¡Soy feliz!

RETO DE LA SEMANA:

Esta semana vas a ser un detective de instantes felices, exactamente de tus instantes felices. Puede que ese sea el primer paso para construir más momentos felices: observar, analizar, pillarte con las manos en la masa en esas situaciones que te arrancan la sonrisa, que despiertan mariposas en el estómago o te hacen sentir algo indescriptible. Búscalas, por pequeñas que sean, por poco que duren. Pon tu atención y disfruta de esos instantes.

¡Nos vemos la próxima semana!